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miércoles, 11 de junio de 2008

EL CRIMEN DEL ESTANCO (1 JUNIO 1765)

Al día siguiente de los hechos, la justicia dicta requisitorias para encontrar el asesino y las envía a las ciudades, villas y lugares de los contornos, sin obtener resultado positivo alguno.

Las declaraciones continúan y así, puesto que la mujer del estanquero había aludido a lo escuchado por su vecina Carmen Muñoz, hasta su casa se dirige el alcalde el licenciado Agustín Gallego y Figueras y juez ordinario, acompañado del escribano Tomás Pérez del Olmo y contó lo siguiente:
«Estando sentada en compañía de su padre en dichas sus casas y cerrada la puerta de la calle oyó un arcabuzazo como a las siete y media, y respecto a lo que contó a la mujer del estanquero sólo puede decir que estando en el corral de su casa oyó a Sebastián Lora como le decía en el patio vecino a María Jesús Navas que tenía conveniencia del estanco de tabaco pero que no quería otro sino el de esta Villa y que había de vengar su ira. En esto que María Jesús, temiendo que alguien escuchara estas palabras, se asomó a la bardilla, y ya no pudo la pobre de Carmen Muñoz escuchar más cosas.»

No había, como se puede observar, muchos secretos entre vecinos.

María Jesús Navas ratificó lo escuchado por Carmen Muñoz desde su patio y confirmó que en la tarde del sábado 1 de junio de 1765, poco más de las cinco de la tarde, estuvo hablando con Sebastián en su casa. Éste primeramente le preguntó por sus padres, la madre estaba en la parroquia Santa María la Blanca y el padre en el pueblo de La Campana, y después le comentó que el estanquero le había enviado a su casa a una muchacha por un frasco de pólvora. Añadió:
« (…) que estaba disgustado por la ruindad que había ejecutado con él y que en otras partes tenía conveniencia de seis reales y medio todos los días y no lo quería porque había de ser estanquero en esta Villa dentro de diez días por bien o por mal o no había de gozar el estanco uno ni otro y dicho esto se despidió.»

Otro vecino, Pedro Morales, señaló:
« (…) que estaba sentado al fuego con su mujer y no hizo mucho caso al oír el disparo por haber tirado otros en otras ocasiones y a poco rato que no se podían rezar dos credos oyó asimismo una mujer en dicha calle, dando gritos dijo: “¡hijo de mi alma que me lo han muerto!” Y en dicha habla conoció ser la madre de Sebastián Lora. Sólo sabe, que Manuel y Sebastián estaban enojados y que una vez ocurrido el hecho vulgarmente toda la gente que acudió decían lo había hecho don Manuel Fernández y esto se decía públicamente.»

Sebastián Lora vivía con su esposa y con su madre, y a las dos también se les tomó declaración.
La esposa de Sebastián, Antonia María, afirmaría que aquella noche habiendo cenado los tres, su marido, como era habitual, tomó su espada y salió a la calle. Al poco rato oyó un arcabuzazo y, temiéndose lo peor, le dijo a la muchacha que servía en su casa que saliese corriendo y mirase qué disparo era el que se había tirado y luego al punto volvió la muchacha diciendo:
« ¡Antoñita a Sebastianito lo han matado! »

Ella no observó que su marido tuviese sacada la pistola aquella noche y sólo oyó decir que estaba quejoso del don Manuel por que le había echado del estanco sabiendo lo que había hecho por él y que hasta que le quitase dicho estanco no había de parar.

La madre de Sebastián Lora afirmó que su hijo:
« (…) después de haber cenado, se levantó, tomó su espada y la besó. Ella le preguntó a Sebastián que adónde iba y él le respondería que iba a andar un rato, para que no se le olvidara. Tras escuchar el disparo salió a la calle y cuando oyó a la muchacha dar gritos, aceleró el paso y se fue a la calle donde halló a su hijo muerto y a sus gritos acudió mucha gente. No sabe si su hijo llevaba aquella noche la pistola que se le encontraron además de la espada.»
Más tarde el herrero y cerrajero de Fuentes de Andalucía, hará por orden de la Justicia, un reconocimiento oficial de las armas que portaba Sebastián Lora en la noche de autos describiéndolas de esta forma:
«La pistola es pequeña de menos de cuarta de largo, estaba corriente para poderla disparar y cargada teniendo su pedernal prevenido donde le corresponde y habiendo con una baqueta y sacatrapos descargado dicha pistola tenía una bala y siete postas y su pólvora con que también estaba cebada. Y respecto al puñal es cuatro esquinas delgado bien atilado con su horquilla en el cabo y su botón para el descanso de la mano y la cuchilla o barra esquinada de dicho puñal es de largo del grueso de ocho dedos.»

Al día siguiente se dicta auto de prisión contra el estanquero homicida al que se le describe:
Como pequeño de cuerpo delgado, la cara rubia y el cabello cortado, algo calvo y algo pecoso en la cara con unas cicatrices o señales en el pescuezo como de lamparones.

Pero el estanquero no aparecería por ningún sitio una vez examinado las partes públicas y secretas, los mesones y las tabernas de Fuentes de Andalucía y de los pueblos del contorno.

Las autoridades provinciales no iban a actuar como meros convidados de piedra en este asunto. Con fecha cuatro de junio, el Corregidor de Ecija y Superintendente General de Rentas Reales, envía un despacho al Alcalde y Juez Ordinario de Fuentes de Andalucía, instándole a que se inhiba en el caso y no ponga obstáculos a la justicia.

Para ello nombra al Visitador General de la Renta de tabaco, como único Juez Ordinario. En dicho despacho se ofrece una versión distinta de los hechos, más favorable al estanquero de Fuentes de Andalucía, y se apunta que Sebastián Lora y el testigo Pedro Morales estaban esperando a don Manuel y que hubo un forcejeo entre ellos del que también salió herido el estanquero que iría a refugiarse al Convento de los padres Descalzos de Fuentes de Andalucía, donde se encuentra en estos momentos.

El Corregidor de Fuentes de Andalucía, don Agustín Gallego y Figueras, no acepta que la jurisdicción del asunto deba pasar al Visitador de la Renta de tabaco y tras consultarlo con su asesor jurídico el escribano don Tomás Pérez del Olmo, declara que él es el competente en el caso, lo que es ratificado por la suprema instancia judicial de Andalucía, la Real Chancillería de Granada.

Sucesivos autos de prisión, el último tiene fecha de cinco de julio, se pregonan por las calles de la villa y en las de los pueblos vecinos. Muchos vecinos de Fuentes de Andalucía, estarían expectantes por ver llegar al estanquero y maestro de escuela de Fuentes de Andalucía, para entregarse a la justicia, pero don Manuel Fernández huyó para siempre a otras tierras, quedando el crimen del Estanco, como tantos otros, impune para siempre.

La muerte de Sebastián Lora, rompió la rutina de Fuentes de Andalucía, de poco más de dos mil habitantes y del que se ofrecerían múltiples versiones. Seguramente los forasteros que vinieran al pueblo por las fiestas de septiembre estarían deseosos de saber lo que realmente ocurrió y en la próxima viajá a la Campiña, los jornaleros vecinos de Fuentes de Andalucía, seguirían añadiendo detalles, reales o inventados los más, al crimen del Estanco.