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martes, 25 de marzo de 2008

BANDOLERISMOS EN FUENTES DE ANDALUCÍA



En el último tercio del siglo XVIII y primero del XIX, el cultivo de la tierra en Fuentes de Andalucía, al igual que en toda “La Campiña sevillana”, se diversificaba en las tres modalidades territoriales que la caracterizaban:
—La Dehesa, de monte bajo.
—El Cortijo, de tierra “calma”, dedicado al cultivo del cereal de secano.
—La Hacienda, olivarera.
Otras causas que se dieron durante esta época y que fijaron el estado social que dio origen a que los campos de Fuentes de Andalucía se corrompieran de bandidos fueron:
a) las epidemias de los primeros años del siglo XIX.
b) La Guerra de la Independencia contra el invasor francés.

La primera de estas epidemias se desencadenó en el mes de Junio de 1800; el foco de origen estuvo en Cádiz y muy pronto se propagó por toda la comarca fontaniega. Asoló casi todos los pueblos y echó al campo a la mayoría de sus habitantes, que trataban de librarse de posibles contagios. No había hecho nada más que remitir esta primera epidemia en mayo de 1801 cuando, en octubre del mismo año, nuevos brotes de la misma hacen que otra vez los campos se pueble de jornaleros necesitados y de mendigos.
A las epidemias de los años 1800 y 1801, se unió la mala cosecha del año 1803 y la nueva epidemia de 1804 que agudizó el hambre e incrementó las huidas al campo. En Fuentes de Andalucía, según los Cabildos de la época, la epidemia fue muy fuerte. Fueron muchos los jornaleros que huyeron al campo y, libres de toda vigilancia y faltos de recursos, pedían limosnas en los caseríos o tomaban por la fuerza lo que necesitaban para ellos y los suyos; y estas circunstancias llevaron a una gran cantidad de hombres fontaniegos honrados a convertirse en salteadores de camino.
Esto lo comprobamos en el siguiente Oficio del Alcalde Mayor de Ecija de 1804, que dice textualmente:
«Siendo público y notorio a todo el vecindario el escándalo y abandono con que se han arrojado muchas cuadrillas de gentes, en las inmediaciones de esta ciudad a robar las caserías, cortijos, Eras y conductores o arrieros de pan que vienen de Fuentes de Andalucía, en tal disposición que apenas persona alguna se atreve a salir al campo por miedo a ser robada, herida o muerta, como ya ha sucedido por la inundación y plaga de pobres que habiéndose quedado sin trabajo y sin poder subsistir (…).
Ecija 20 de agosto de 1804.
Don. José Joaquín de Santamaría: Sr. Corregidor del ilustre Ayuntamiento de esta Ciudad».
De este Oficio sacamos que había fontaniegos que iban a Ecija a vender pan.


También la cosecha de granos de 1805 fue mala en Fuentes de Andalucía y así mismo las de 1806 y 1807; esto provocaron el aumento del número de hambrientos en los campos, siendo continuos los robos y fechorías que se cometían. Los Cabildos fontaniegos de estos años hablan de cuadrillas de bandoleros hambrientos.
A estos dos factores de epidemia y hambre viene a añadírsele el de la intranquilidad pública en 1808 y 1809, por la invasión francesa; éste es el factor último que explica lógicamente el que las autoridades no pudieran poner coto al aumento de bandoleros en el campo y, en consecuencia, a la formación de cuadrillas de ladrones.

Fuentes de Andalucía fue una de las poblaciones de Andalucía que respondieron con mayor entusiasmo al llamamiento general que hizo la Junta de Sevilla en 1808, para incorporarse con el general Castaño que había tomado el mando del ejército de Andalucía. Se juntaron con un batallón y un escuadrón que salió de Carmona.
Durante la dominación de los franceses en Andalucía, aunque las poblaciones quedaron bajo su tutela, el campo quedó en manos de guerrilleros que, aunque combatieron al invasor, no dejaron de robar al amparo de las armas españolas. Malhechores, contrabandistas y bandoleros se vieron premiados con indultos y, además, con el pretexto de combatir a los franceses, fueron ayudados, cobijados y ensalzados por el pueblo; se convierten en héroes populares que, cuando los invasores se retiran de Andalucía, son privados de la popularidad, la vida libre y anarquía, y quedan relegados al olvido por los que antes los ensalzaban; así se convierten en bandoleros y contrabandistas.
Terminada la guerra contra los franceses, la mayoría de los guerrilleros que tan heroicamente habían luchado contra ellos, vuelven a sus casas, y otros, desde luego la minoría, acostumbrados durante cuatro años a una vida agitada y regalona, no se resignan a renunciar a ella y continúan en el campo, ya no persiguiendo y matando a franceses, sino robando en cortijos, asaltando caminantes, exigiendo contribuciones, quemando las cosechas a los que no la pagaban, e hiriendo y matando a todo aquel que se oponía a sus exigencias. Así ocurre con unos pocos de hombres, admirados antes por su pueblo y admitido ahora por temor.

En los primeros años, 1812 y 1813, son continuos los robos y quemas de cosechas tanto en Fuentes de Andalucía como en los pueblos limítrofes: Marchena, Carmona, Ecija. Estos pueblos se ven obligados a defenderse y para ello crean compañías de escopeteros y rondas armadas.

En Fuentes de Andalucía, en el mes de septiembre de 1812, pocos días después de abandonar la Villa el ejército francés, se celebró un acto presidido por la Junta Popular donde se decía:
« (…) El Corregidor hizo presente, son repetidas y así continuadas las quejas que se le están dando de los frecuentes robos y otros exceso y crímenes que se están cometiendo en el término de esta Villa, hasta llegar al extremo de haberse arrojado a lo interior de ella, cuadrillas considerables de bandido y malhechores (…)».
En aquella Junta Popular se acordó crear una partida de escopeteros que estarían formado por 15 hombres a caballo y 8 a pie. En noviembre del mismo año, el Capitán General, Conde del Abisban, aprobó estos nombramientos.

El sábado 28 de noviembre de 1812, el Capitán General da una orden por la que se crean partidas de paisanos honrados para defenderse de bandidos y malhechores en todo el Partido Judicial de Fuentes de Andalucía.

Como vemos por estos documentos, en todo el termino fontaniego, es tal el estado de cosas al que se ha llegado que en tan solo 10 días, se forma una partida de escopeteros y una ronda armada y, en pocos más, se limpia de bandoleros y malhechores los términos de los pueblos que forman el partido judicial.

El sábado 12 de diciembre de 1812 llega un expediente al Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía del de Ecija diciendo, que salgan conducidos para Sevilla los individuos siguientes:
«Francisco Benavente, Antonio Gregorio López y José Lorenzo García, los tres de La Campana.
José Reyes, de Fuentes de Andalucía.
Juan Antonio Martínez, de La Luisiana».
Es muy posible que estos ladrones, cogidos todos en el campo, actuaran solos y no en cuadrillas.

Por falta de fondos el Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía disuelve la partida de escopeteros en el año 1913, y los malhechores, organizados en pandillas de 5 a 7 hombres, comienzan nuevamente a robar en caminos y cortijos de su término, a pedir contribuciones a los hacendados y comerciantes, amenazan a guardas del campo, vigilantes, jornaleros de cortijos, a escribientes de los ayuntamientos, y se alían con desaprensivos señoritos con los que comparten sus robos de ganados y los alijos de las diligencias y otros caminantes.


Empieza el temor por parte de los propietarios y hacendados, de sus cortijos y haciendas ya que sirven de refugio a estas pandillas de ladrones.
¿Y cómo se comportan los habitantes de la villa de Fuentes de Andalucía, ante esta cuadrillas de “malhechor”, amos del campo y de la villa?
Los Cabildos de los años 1814 a 1817, son claros al respecto. Algunas veces queriendo terminar con la situación creada, otras como si el problema no les afectara y, en ocasiones, poniendo el asunto en manos de las autoridades de Ecija.