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domingo, 14 de octubre de 2012

UN CASO EN LA HISTORIA FONTANIEGA

Fuentes de Andalucía en la década de los años cuarenta.

El jueves 20 de marzo de 1924, sería un día ventoso como pocos hay en Fuentes, los árboles sacudían sus ramas de tal forma que parecían bailar al ritmo de alguna melodía.
La lluvia caía sin cesar aquella tarde y los tejados de las casas parecían como si llorasen sin parar. Hacía tanto aire que las mangas de los abrigos templaban de frío.

Juan Caro tenía arrendada una parcela en el cuarto de “Los Cachones”, donde vivía en un chozo con su mujer y tres hijos. Como buen esparraguero, aquella tarde había salido a coger espárragos por los montes de la Platoza, mientras que su mujer se desplazó hacia el pueblo de Fuentes para hacer algunos “mandaos” y sus hijos se quedaban en el chozo.

La mujer entró en una tienda y allí se enteró de que el arroyo de “La Madre” llevaba mucho caudal de agua, pensó en sus hijos y fue desesperada al cuartel de la Guardia Civil que estaba en la calle Marqués de Nervión casi enfrente del centro comercial y le dijo al guardia de puerta, Manuel Pachón, que sus hijos estaban en su chozo. El guardia le contestó que el comandante del puesto estaba en cama con fiebre y rebajado de servicio, pero la mujer insistió tanto que fue a llamarlo.


Ante la situación tan dramática, el guardia avisó al sargento José Expósito, que se levantó y con tres guardias civiles, Manuel Pachón, Antonio Salazar y Manuel Oviedo, salieron a caballo, acompañados de un familiar de Juan Caro.

Allí estaba el sargento Expósito, sabía que la situación era muy delicada pero él, como los 3 guardias civiles y el familiar, estaban decidido a ir.
Los guardias civiles avanzaban a duras penas por ese terreno. Abriendo el paso al resto de la expedición se encontraba el sargento de la guardia civil, en un entorno extremadamente hostil. El agua y el viento eran infernales e impenetrables.
“La Madre” iba con abundante caudal, siempre le llegaba, en los tramos menos profundos, por la barriga de las bestias y el agua no paraba de caer. Y aún así debían de permanecer siempre en estado de alerta ante un posible empuje de la corriente que llevaba el arroyo de “La Madre”. El fuerte viento no dejaba de azotar y todo bajo la fuerte lluvia.
Fue entonces cuando se fijó bien y vio que a lo lejos se divisaba el chozo y encima de él podía ver tres siluetas de personas, pero la neblina de la lluvia le impedía ver perfectamente. Entonces el guardia Antonio Salazar se lo estaba diciendo al sargento cuando oyó un grito, el guardia giró la cabeza y solo vio cómo su comandante de puesto era arrastrado al fondo del arroyo porque su caballo se había resbalado. Tan pronto como pudieron reaccionar, le ayudaron con muchos inconvenientes.


Los guardias sujetaban los cabestros de los caballos con manos temblorosas.
Los niños se habían subido al tejado del chozo al ver la crecida del arroyo “La Madre”.

Al volver a Fuentes salió el arco iris, cada Guardia Civil traía a un niño envuelto en sus capotes, fueron recibidos por una multitud de vecinos que les vitoreaban, por el paso nivel, en los primeros olivos, los recibieron con júbilos. Los guardias saludaron a los cientos de vecinos que le animaron en todo momento, a los que dio las gracias por su apoyo constante junto con el médico de Fuentes, Félix Bernárdez.

El martes 25 de marzo de 1924, se recibe en la secretaría del Ayuntamiento de Fuentes, una instancia suscrita por el Presidente del “Círculo Unión Liberal”, Presidente de la “Comunidad de Labradores”, Presidente de la sociedad cultural “Álvarez Quintero”, Hermano Mayor de la hermandad “Nuestro Padre Jesús Nazareno” en nombre de todos sus socios y hermanos respectivamente; otra del cura párroco del pueblo en nombre de todo el clero, Manuel González López “Cura Marta” y una más del médico Félix Bernárdez y otros, acompañándolo, los primeros por certificado de los acuerdos tomados por dichas entidades y los últimos “cuatro pliegos” llenos de firma; interesándose todos se dé cuenta de las misma por el Alcalde Luis Carrillo Basto, a la Corporación municipal.


El objetivo era gestionar y pedir a los “altos poderes públicos” la Cruz de Beneficencia para el sargento comandante de la Guardia Civil de este puesto y guardias a sus órdenes, que en la tarde del martes 20 de marzo de 1924, llevaron a cabo la salvación del vecino Juan Caro y sus tres hijos.

El Alcalde se lo comunicó a la corporación municipal:
El Alcalde encarece al Cabildo, el acto realizado por el digno Sargento Comandante de este puesto de la Guardia Civil José Expósito Gordillo y guardias Manuel Pachón Fernández, Antonio Salazar Jiménez y Manuel Oviedo Pacios, calificándolo como así lo había hecho ya la pública opinión de acto verdaderamente heroico, digno no solo de los mayores encomios y alabanzas, unido también de las más altas y preciaderos recompensas, tanto más cuanto que el dicho Sargento, sin cuidarse de su quebrantada salud, por lo que estaba rebajado de servicio y guardias que le avisaron, con inminente peligro e inmediato riesgo de exponer sus vidas lle¬varon felizmente a cabo la salvación de los referidos inundados, que en expresión de Juan Caro no les quedaba otra protección y auxilio en su apuradísima choza, que la milagrosa intervención del cielo, intervención que Dios realizo, sin media por medio de los denodados esfuerzos del Sargento y guardias a su mando.
Por ello y por creerlo de justicia, propone al Ayuntamiento tome en consideración y haga suyo los escritos y instancia que se han registrado en secretaria, y se acuerde hacer constar en acta la satisfacción con que ha visto este Municipio y el honrado pueblo a quien representa la obra realizada en la salvación de las mencionadas personas y gestionar y pedir, haciendo uso para ello de la tramitación legal a los Altos Poderes la recompensa ya indicada para los Benemeritos salvadores, uniendo a esta petición la de todas las sociedades y entidades. El Ayuntamiento así lo acordó por unanimidad, como así mismo, el que se expida certificado de este acuerdo al Sargento interesado.»

Al año siguiente, 1925, en carnaval, el murguista Luis “el de la Gamerita”, le compuso una canción de murga para que la cantara su murga, que la componía: Patricio, el Albiro, Vinagre, el Lili del Albiro y el mismo Luis “el de la Gamerita” que tocaba el redoble; la canción dice así:

Lo tendremos en memoria,
como recuerdo del venticuatro,
una familia se ahogaba
en una choza sin tener amparo.

Dieron parte a los Civiles
y el comandante, que se hallaba enfermo,
pronto dispuso el viaje
para salvarlos, todos salieron

Ese buen comandante
que a caballo montó,
con sus subordinados,
pronto llegó.

Viva la Guardia Civil, viva el sargento
ganaron cruces de salvamento
y a los muchachos les obsequiaron
ropa, comida y unos zapatos.